jueves, 17 de septiembre de 2009

¿Educación Superior?

Cuando empleamos el calificativo, "superior" para referirnos a la educación universitaria, tendríamos que tener en mente que, implícitamente, estamos reconociendo la existencia de una "educación inferior". Pero, ¿qué es lo que nos lleva realmente a distinguir una de la otra?

En un plano meramente superficial e indicativo, la educación inferior es la básica (la primaria, por ejemplo), y la superior es aquella que se brinda en los niveles más "elevados" de la jerarquía. Sin embargo, uno podría portarse más exigente con las definiciones y clamar porque, la superioridad educativa, refiera a un asunto de excelencia en las actividades que se despliegan en los centros universitarios.

Cuando, a la luz de esa exigencia uno mira lo que ocurre en la mayoría de las instituciones privadas y aún públicas de educación supuestamente superior, la decepción y el desencanto son una constante. Porque lo que suele suceder es que se privilegia una mediocridad infame, que hace lucir la tremenda inferioridad de nuestra educación.

Da pena ver cómo las aulas de postgrado de estas instituciones están cada vez más llenas de alumnos que no cuentan ni con la más mínima capacidad para realizar de manera exitosa sus estudios. Sin embargo, tienen el poder adquisitivo como para cubrir sus cuotas y colegiaturas, y ello es más que suficiente para que se mantengan allí, muy posiblemente hasta obtener el grado.

De ahí se deriva una absoluta devaluación de los grados académicos. Cada vez hay más personas con grados de Maestría o Doctorado. Pero, ¿de qué le sirve realmente eso a nuestra sociedad? De nada. Porque en términos reales, muchas de esas personas no han cursado verdaderos programas de educación superior, sino que egresan de estudios de ínfima calidad, en los que sus vicios son profundizados y en donde se pierden las posibles virtudes que antes hayan podido tener.

El problema mayor radica en que las autoridades no ven, como deberían hacerlo, con malos ojos lo que ocurre en las "universidades". Y claro, la razón de ello está en que ante los organismos internacionales tienen que presentar números alegres, aunque jamás reales, con respecto a lo que pasa en materia educativa.

Así, por solucionar un problema de corto plazo y alcance, estamos creando sociedades inundadas de malos profesionistas que, además, sienten que se pueden comer el mundo con sus supuestos "conocimientos". Terrible realidad la nuestra.

Gracias por sus comentarios.

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