lunes, 1 de junio de 2009

Sobre el uso patrimonial de los recursos universitarios

Este blog está dedicado a proponer un modelo universitario en el que la investigación sea la fuente principal de financiamiento; y en el que el esquema socio-laboral de "prácticas" sugerido por MacIntyre. Desde dicho modelo, ya planteado en entradas previas, he estado realizando una serie de críticas a determinados usos que se han venido generalizando en las universidades privadas de América Latina; y que atentan contra la búsqueda de virtuosismo y excelencia propias del modelo propuesto. Pues bien, el día de hoy hablaré de cómo, por desgracia, ciertas autoridades universitarias hacen uso patrimonial de los recursos que pertenecen a la institución.

En efecto, lastimosamente a muchos rectores y otras autoridades de alto rango en nuestras universidades, se asumen el privilegio de utilizar los recursos destinados al buen funcionamiento de esas instituciones, para su beneficio propio. Es cierto, se trata de un uso que ni es exclusivo de las altas jerarquías universitarias, ni de las universidades en sí. Sabemos que desde el más bajo de los niveles jerárquicos en una organización, hay una tendencia a emplear para uso personal, los bienes que en origen estaban destinados para el correcto desempeño de la institución. También sabemos que esto ocurre en la inmensa mayoría de las organizaciones, no importando el tipo, ni el giro de éstas. Sin embargo, en el caso de las altas autoridades universitarias el daño que se ocasiona es peor. ¿Por qué?

En principio, porque entre más elevada sea la jerarquía, más posibilidad de acceso libre a los recursos se puede tener. Claro, esto ocurre así en todas las organizaciones. Entre más en la cumbre se encuentre alguien, más recursos a su disposición tendrá para trabajar. Pero, en el caso de las universidades lo problemático comienza con un asunto que es meramente de "imagen". Si el rector o cualquiera otra alta autoridad universitaria, hace ostentación de su capacidad de utilizar los recursos universitarios para su servicio personal (por ejemplo, poniendo a la gente de limpieza a lavar su automóvil, porque "es el automóvil del rector"); los alumnos, quienes pagan un precio por estar en la universidad, tenderán a afirmar cosas como "con razón están tan caras las colegiaturas o cuotas; pues tenemos que pagarle la lavada de auto al rector".

Nótese que esto último no ocurre en el caso de un negocio, empresa o comercio - y aquí aprovecho para reiterar que no hay peor error en una universidad que tratar de asumirla como una comercializadora de títulos universitarios. Sí, hay quien puede hacer mucho dinero con esa idea, pero, lo importante es el gran daño que se hace con ello a la sociedad -. Si uno ve al dueño de una empresa poner a un mozo a lavar su automóvil, lo ve absolutamente normal. Porque en el fondo se acepta que las empresas están para generar riqueza y que, quien lo hace, puede disponer a voluntad de sus empleados. No obstante, la figura de las autoridades universitarias, sigue ligada, por fortuna, a lo académico. Por tanto, no se ve bien que usen patrimonialmente los recursos institucionales y menos que lo hagan de forma tan abierta, como suelen hacerlo - sobre todos aquellos que no se sienten rectores, sino "reyes" de las universidades.

Pero, tras el problema de la imagen, que es solamente un asunto superficial, está el problema profundo: lo que con ello se educa. Se equivocan profundamente los que creen que sólo se educa en las aulas. Falso. Absolutamente falso. Cualquiera de nuestros actos educa, sobre todo si somos una figura de referencia. Las altas autoridades universitarias son un modelo a seguir. Si su comportamiento es aberrado, lo que están enseñando es que tal comportamiento es normal e incluso deseable. Por tanto, no es de extrañarse que esas y otras conductas indeseables se reproduzcan a lo largo y ancho de nuestra vida institucional.

Entonces, si alguien debería ser cuidadoso con el uso adecuado, moderado y prudente de los recursos institucionales, deberían ser las altas jerarquías universitarias. El rector debería ser el máximo ejemplo a seguir en ese y en otros sentidos. Así, contribuiría verdaderamente a cumplir con la búsqueda de excelencia y virtuosismo institucional. En la siguiente entrada, continuaré desarrollando este punto: Cómo el rector debe ser el máximo ejemplo a seguir, en una universidad.

Hasta entonces, gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario